28 febrero 2015

Kawasaki Versys 1000. Combinación de una moto fácil, práctica y agradable para usar en calles y carreteras.

El compromiso de lograr una moto cuyo manejo sea cómodo, suave y funcional para el día a día y que permita disfrutar prestaciones similares a las que transmite una máquina de pista, es uno de los mayores retos para los fabricantes de estos vehículos.

Complementa al diseño. La renovación estética de la Kawasaki Versys es evidente, tiene un diseño mucho más moderno y audaz que le da una cara muy diferente a la acostumbrada en esta referencia. Ya no tiene la luz delantera, que era un rasgo clásico, ahora usa dos unidades ópticas, herencia de las Ninja (la gama de altas prestaciones de Kawasaki), envueltas por un carenaje terminado en ángulos agresivos que hablan a simple vista de sus capacidades.

En la parte trasera la moto es más ancha de lo normal. Se ve aparatosa, pero realmente brinda un beneficio enorme para viajar con compañía porque la posición del pasajero es muy cómoda, lo que no es muy común aunque sí fundamental en este caso, ya que la Versys está diseñada para recorrer grandes distancias.

El escape doble se convierte en una pieza que complementa el diseño y se incrusta en el gran tamaño trasero y, además, se encarga de la sinfonía que produce el motor de cuatro cilindros.

Consumo de combustible bajo. El motor de 1.043 cm3, herencia de la Z 1000, es una fiera que mueve con holgura los 249 kilos que pesa la moto, y el gran torque en todas las marchas permite un andar tranquilo sin necesidad de hurgar en los cambios bajos para lograr una respuesta de potencia adecuada. Esa flexibilidad del motor permite un consumo bajo de combustible, información que el piloto puede verificar con los datos que muestra el tablero LED con el indicador de economía.

El conductor puede seleccionar dos mapas de rendimiento a través de un mando en el manillar o con los botones ubicados al lado del tablero de instrumentos. El modo más modesto es el Low, en el cual se ofrece un motor dócil pero con todos los bríos para disfrutarla en la ciudad por su torque, sin embargo en carretera es apenas justo para viajar a un ritmo tranquilo sin exigirse.

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