09 marzo 2011

Challapata es un pueblo dedicado íntegramente al negocio de los autos chutos

La prohibición de importar vehículos de una antigüedad mayor a cinco años en el año 2009 fue una solución y, al mismo tiempo, la creación de un nuevo problema. Mientras en los puntos aduaneros el control es implacable, interminables caravanas de vehículos antiguos atraviesan el desierto y cruzan la frontera entre Chile y Bolivia de manera clandestina.

También llegan carros nuevos, sin papeles. No se trata de una empresa fácil; quienes pasan la frontera con carros ilegales arriesgan la vida en cada viaje. Pero el contrabando más que un hecho oculto es un secreto a voces. En Iquique los automóviles se cargan en camiones mosquito a plena luz del día y no es difícil que alguien se ofrezca llevar un carro antiguo hasta Challapata.

¿No es peligroso? ¿No es verdad que hay enfrentamientos con la Policía o los carabineros?, preguntamos a un hombre que al día siguiente partirá con un camión mosquito hacia el pueblo de Cariquimia, cerca de la frontera con Bolivia, y que se ofrece a llevar un carro hasta Challapata en Bolivia.

“No hay que pensar así. Hay que pensar que no va a pasar nada” responde. “Pero, a veces, en esos enfrentamientos, hay muertos, ¿no?”, queremos saber. “Hay muertos” dice el hombre, “mi hermano murió así, le dieron un tiro. Son cosas inevitables, pero uno siempre tiene que pensar positivamente. Además, nosotros ya tenemos experiencia, somos varios y nos cuidamos. Vamos a Challapata una vez a la semana, ya es algo rutinario”, sostiene. Llevar el carro hasta Challapata cuesta 150 dólares.

En esa localidad el carro se convertirá en un vehículo “legal”, al menos en apariencia. Allí se lo “gemelea”, vale decir que se toman los papeles de otro vehículo, tal vez siniestrado, y se hacen los cambios pertinentes en el chasís y el motor para que parezca que es original. Este trámite vale alrededor de otros 150 dólares. Pero uno también puede comprar el motorizado directamente en Challapata y pagar la mitad de lo que pagaría por un vehículo “legal”.

Ahí no hay automóviles con placas, ningún carro es legal y cada garaje es un taller en el que se transforman y se venden carros de diferentes modelos, marcas y precios. Challapata parece ser una tierra de nadie. Más de un automóvil circula con el volante a la derecha y los miércoles y los domingos se puede adquirir vehículos en una feria.

Sin embargo, también se siente tensión en el ambiente; los dueños de los vehículos parecen desconfiados al principio, pero luego se sueltan y ofrecen sus carros y sus servicios.
700

dólares se paga papeles y transformación de una Rav 4.



Un minibús Hiace del año 99 vale 5.200 dólares con SOAT, RUAT, roseta de inspección y tercera placa. Por 3.200 dólares se puede adquirir un Subaru del año 98 y recibirlo en La Paz. Una Rav 4 vale 4.000 dólares sin papeles; con “gemeleada”, “transformada”, el cambio del volante del lado derecho al izquierdo, y transporte a La Paz incluido, cuesta 4.700.

“Está consciente que el contrabando es una estafa al Estado?”, preguntamos a uno de los vendedores. “En el Estado también son corruptos y roban. Nosotros vendemos carros para la gente que de otra manera no se podría comprar un auto. Yo nací en Challapata. Aquí no hay nada, es un pueblo olvidado. Si uno quiere que le vaya bien, se dedica a importar autos. Es fácil decir que somos contrabandistas. Pero si usted tiene suficiente dinero, vaya y cómprese un cero kilómetros de la tienda”, dice.
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