Cuatro títulos en motociclismo y tres en automovilismo marcan la historia de René Chato Rocha. El piloto orureño quien falleció la semana pasada y dejó huella en las rutas de Bolivia.
Rocha -junto con Dieter Hubner, Jorge Burgoa, Armin Franulic, Chino Méndez y Óscar Crespo- fue parte de la época dorada del automovilismo nacional, en la década de los años 70.
Desde muy joven, a los 16 años, ya mostraba interés por la velocidad, y su esposa María del Pilar, se convertía en la fan número uno del orureño.
En ese tiempo comenzó a competir en una moto Honda, sus primeras pruebas se realizaban en el estadio Siles y en Mallasilla, donde alcanzó las primeras coronas nacionales.
“No recuerdo muy bien, creo que fueron en 1962, 65, 66 y 68”, afirma su esposa. Agrega que también compitió en el Campo de Marte en Perú, donde quedó en el cuarto puesto en la clasificación. Posteriormente incursionó en el automovilismo, donde tuvo como principal y único auspiciador a Toyota.
“Se compró un coche pequeño, tenía 1.200 cc de cilindrada. Yo seguía las pruebas tranquila, su mamá era quien sufría”, recuerda María del Pilar, quien estuvo junto al Chato por 51 años.
Comenta que su primera despedida fue en 1987, al mando de un coche Toyota Corolla y luego decidió retornar a la actividad, en esa misma temporada, cuando se corrió en el circuito Inavi, en Cochabamba, donde Chino Méndez perdió la vida.
“Cuando levantaron la banderilla pensamos que hubo otro golpe de Estado, estaban de moda esa época, pero se trataba de que se había accidentado el piloto cruceño”, agrega. Recuerda que el color favorito de Rocha era el verde, aunque nunca tuvo un coche con esos colores y sus números de la suerte el siete y 13.
En tanto, el hijo mayor del piloto, René Rocha, cuenta que la mayor enseñanza de su padre fue la lealtad, ya que desde que se inició en las competencias de automovilismo nunca cambió de escudería y todo el tiempo estuvo con Toyota.
“Le ofrecieron de BMW, Ford y otras empresas, pero nunca cambió y ése es uno de los mayores legados de mi padre”, afirma.
Por su parte, Jorge recuerda que desde muy niño le inculcó la perseverancia, ya que a sus cinco años le enseñaba a conducir motocicleta, se cayó y no permitió que se diera por vencido.
La familia Rocha cuenta las historias del Chato con mucha emoción, resalta todas las enseñanzas que dejó el campeón nacional que el pasado martes falleció a la edad de 67 años, víctima de un problema renal que no pudo superar, pero dejó muchos recuerdos. “Era un gran deportista, pero sobre todo un gran hombre”, dijo su esposa.
En el recuerdo
El orden El piloto orureño tenía cajas numeradas en su coche de auxilio, por lo que sabía dónde estaba cada herramienta y repuesto que necesitaba para su coche.
Recomendación Les decía a sus hijos que el piloto que persigue a otro tiene ventaja y que sólo se tiene que esperar a que el de adelante cometa un error para luego superarlo en la ruta.
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