En el Salón del Automóvil de Ginebra de marzo de 2011, Infiniti anunciaba su acuerdo de patrocinio con el equipo Red Bull de Fórmula 1, un acto en el que estuvo presente el bicampeón del mundo Sebastian Vettel, a quien la firma japonesa nombraba embajador de la marca y le hacía entrega de un FX50 S Premium. Allí mismo, el piloto germano tuvo una charla con el vicepresidente de diseño de la compañía, Shiro Nakamura, y en ella surgió el tema de qué se podía transformar para que este vehículo colmara las expectativas de Vettel, en cuanto a deportividad, rendimiento y diseño.
Sobre la marcha, ambos personajes empezaron a dibujar bocetos en un papel y, tras algunos meses de intercambio de información, Infiniti presentó un prototipo en el Salón de Fráncfort del pasado año que recogía todas las ideas. Después la empresa confirmó la producción de una serie limitada a 150 unidades, con muy pocos cambios respecto al concept car mostrado al público
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