Arreglar un motor en plena competencia, remontar más de 15 posiciones en unas cuantas vueltas al circuito, armar sus propias motos para competir en carreras nacionales y hasta internacionales, atravesar el país cargando una mochila y mucho coraje casi sin recursos tecnológicos, son solo algunas de las características del incombustible símbolo del motociclismo departamental y nacional Cupertino Camacho.
Y es que don Cuper corrió por todo el país desde cuando cada competencia era un enigma y una verdadera ruleta rusa. Cuando solamente el amor por los fierros y la pasión por el vértigo eran el principal requisito para convertirse en un competidor innato.
Patentó tantas anécdotas en carreras como vueltas dio al país sobre su motocicleta. Y aunque también corrió en autos, confesó que siempre las motos fueron su pasión, pasión a la que sigue ligado como un modo de vida, asistiendo solo a los que saben lo que es tener una asistencia de primer orden y de la mano de un campeón, cuando acuden a su taller mecánico de la calle Falsuri y que hace un par de años trasladó a una cuadra del Teleférico, en la zona de San Pedro, al este de la ciudad de Cochabamba. “Es una forma de vida”, dice.
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