Tunear motos es una tendencia que crece en Santa Cruz, cada vez hay más demanda, los clientes buscan transformar sus motos originales, adecuarlas a su tamaño y a sus necesidades estéticas, agregarles accesorios y cubrirlas con pinturas aerográficas de distintos estilos. A la par que crece la demanda, la respuesta de los expertos no se hace esperar. Hay gente especializada que entiende perfectamente de qué va la cosa y responde de manera eficaz a los requerimientos.
En el taller del Club de Harley Davidson, que está en la calle Tucavaca a pocos pasos de la Importadora Fernando, un equipo de expertos se encarga de reconstruir motos que llegan desde Estados Unidos en mal estado y adecuarlas al gusto de cada cliente. En algunos casos las motos requieren una reconstrucción completa y para ello se necesita la competencia de un experto en mecánica, a veces se contrata a empresas locales que fabrican algunas piezas y otras se las compra en EEUU. También interviene un entendido en el sistema eléctrico y para darle el toque final está la mano de un artista aerográfico, que se encarga de los dibujos y pinturas.
El taller que es especializado en motos Harley Davidson, modelo Chopper, decidió abrir sus puertas a otras marcas y modelos de motos, ya que la demanda es bastante grande, explica el dueño del taller, Ronald Cosío.
Dice que el negocio fue creciendo, primero solo funcionaba para los socios del Club, pero ahora atiende a todo tipo de clientes.
En la última temporada se dedicó a traer motos siniestradas o afectadas por el huracán Katrina. Luego de una reconstrucción quedan flamantes, brillan, cada pieza se luce.
Este trabajo se hace posible gracias al esfuerzo silencioso de Cicerón Melgar, un mecánico discreto, que arregla cada pieza y adecua otras partes según las exigencias, por ejemplo, agranda el tanque, alarga los manubrios, cambia los pedales, pone otro escape, en fin, se encarga de ‘refabricar’ motos.
Cicerón no habla mucho, pero sus manos delatan un arduo trabajo manual. Dice que aprendió su oficio de manera autodidacta en un taller y que este es un trabajo de detalle, que necesariamente hay que hacerlo a mano y con cuidado, pues cada pieza require un estricto cuidado.
VALOR. Cicerón explica que en Bolivia todavía no se valora la mano de obra. Considera que su trabajo se destaca porque está hecho todo manualmente
Paralelamente al trabajo de Cicerón, está el de Julies King Arias, un pintor tarijeño de aerografías que también aprendió su oficio como autodidacta y que observó las nuevas tendencias y estilos en Argentina. Sus trabajos acabados sobre los tanques, las partes delanteras y otros espacios de las motos, muestran un estilo fino y de mucha minuciosidad. Trabaja con un aerógrafo, una especie de pistola de la que sale una fina ráfaga de pintura. Sin que le tiemble la mano pinta directamente sobre las partes de la moto, ayudado con bases de viñetas y otras técnicas que le permiten imprimir los dibujos.
Explica que los estilos que exigen los clientes son variados, aunque la tendencia general son motivos que aluden al rock pesado y metálico. Colores oscuros, calaveras en desintegración, ojos brillantes, formas en medio de hogueras; pero también explica que todo depende de quién sea el que haga el pedido, recuerda que pintó una peta con Lilo y Stich de color celeste y rosado y que las esposas de los miembros del club también piden dibujos de corte más suave y de colores femeninos. Los diseños también se ponen en cascos.
Arias detalla que para lograr buenos resultados es importante utilizar un material de la mejor calidad, un acabado perfecto se logra con barniz brillante o fosco e incluso hay un barniz con chispas que hacen que el dibujo reluzca en la oscuridad. Las piezas metálicas también tienen que ser de buena calidad, explica Cicerón. Hay las que se fabrican en el propio taller, como el chasis y otras en Santa Cruz, como el springer cromado (la parte delantera de la moto), hay piezas que tienen que ser pedidas a los fabricantes en EEUU.
En todo el mundo, el tuning ha creado una demanda de consumo de piezas, accesorios y novedades que se renuevan constantemente.
LLAMATIVO. El estilo de Patiño es inconfundible. Para él el tuning es un estilo de vida, una manera de ser
CONCEPTOS
- El término tuning es anglosajón y significa muestra, exhibición o exposición. Este concepto aplicado a la automoción puede entenderse como modificaciones físicas hechas con la misión de dar disfrute visual y/o auditivo. Dentro del tuning hay muchas vertientes o estilos diferenciados según procedencia o momentos cronológicos.
- El tuning es sinónimo de la personalización de un vehículo motorizado a través de diferentes modificaciones de la mecánica para mayor rendimiento, y también aplicado popularmente a cambios exteriores, esto último se llama de manera más precisa Custom, de ahí viene el verbo ‘customizar’ que es mejorar la parte externa.
- El origen del tuning es impreciso. Algunos señalan que nació en Alemania entre 1960 y 1970. Otros, que surgió en Estados Unidos durante los 50. Se cita a los Hot Rods y al movimiento de California luego de la gran depresión de los 30. Los estilos más influyentes son los de Estados Unidos y Japón. (Fuente: Wikipedia)
- En Santa Cruz contactarse con José Patiño al 700-20354 y a Julies Arias al 729-65463.
José Patiño es uno de los pioneros en Bolivia
La moto más reciente de José Patiño ganó 15 trofeos por el pintado de alto relieve que exhibe.
Cuando en los círculos de tuning se pregunta a quién consultar sobre el tema, la referencia es Patiño, la gente menciona su apellido y su taller, que está detrás de El Tren Rojo, por Saguapac, en el segundo anillo. Allí transforma estéticamente motocicletas y las pinta.
Cuenta que comenzó a pintar a los ocho años, pero cuando era niño en Bolivia todavía a nadie se le ocurrió pintar sus autos, así que él hacía cuadros. Recuerda que lo del tuning comenzó entre 2002 y 2003, cuando junto a su amigo Fernando Infante decidió plasmar su pintura en sus motos. En la suya pintó una guitarra eléctrica y en la de Fernando, un dragón. La reacción de los amigos y de todos los que miraban las motos fue sorprendente, querían tener un dibujo en sus motos y él tuvo que abrir un taller para dedicarse a este trabajo, ya que la demanda era muy alta.
Por ese entonces no habían oído todavía hablar del concepto de tuning pero luego se dieron cuenta de que lo que estaban haciendo era una moda y un estilo instaurados en Europa y Estados Unidos ya hace varios años, lo vieron en revistas y en películas.
Para José Patiño este fue el inicio del tuning en Bolivia y comenzó con las modificaciones en motocicletas, luego hubo quienes pidieron acondicionar sus autos.
Para él, el tuning es un estilo de vida, un concepto que va más allá del pintado, pues tiene que ver con los accesorios y los detalles que cada persona decida ponerle a su vehículo. Por ejemplo, su moto tiene el asiento forrado con cuero sintético de víbora. Además de gustarle las calaveras y las llamas de fuego que aluden a un estilo de rock pesado, también tiene una especial inclinación por las figuras reptiles, no en vano lleva de mascota por más de cinco años una víbora pitón, llamada Fortuna, que tiene una piel suave y tibia; y se acomoda mansamente en una pequeña mochila.
PINTURA. Patiño define su trabajo como ‘arte sobre ruedas’ y muestra orgulloso el dibujo en alto relieve hecho con masilla, fibra de vidrio y mucha paciencia
José explica que desde hace unos quince años maneja motocicleta y que para él esta es una manera de desestresarse.
Cuenta que desde que abrió su taller vive de hacer pinturas aerográficas y presta sus servicios no solo en Santa Cruz, sino en distintas partes del país y afuera, estuvo en Argentina, Chile y Brasil. En Chile fue contratado para pintar un barco y también hace dibujos en aviones.
Para él, el tuning no necesariamente es una afición que requiera mucho dinero, pues los precios son totalmente variables y dependen de la oferta, de los gustos y de las posibilidades de los clientes. Una moto puede valer desde $us 1.000 hasta $us 15.000 o más.
Explica que en Bolivia los precios son bastante asequibles. Por un trabajo, dependiendo de la dificultad que exija, él cobra entre $us 100 y $us 500. Señala que el promedio de tiempo que requiere es de una semana.
Patiño indica que los precios que cobra en Bolivia aún no le permiten vivir de su arte, por lo que tiene que dedicarse a ofertar otros servicios en su taller, como la transformación estética de las motos. Trabaja con todo tipo de marcas.
Sobre sus clientes, indica que son diversos, que no necesariamente son gente de plata, lo que más destaca es la variedad: “Hay de clientes de todo tipo: famosos, infames, buena gente, peligrosos, mujeres y gente de la farándula”, enumera.
La presencia de José Patiño llama la atención de la gente, viste de negro, un pantalón y un abrigo de cuero negro, su pitón lo acompaña y se pasea por sus brazos.
La verdad que es genial, las motos quedan muy buenas pintadas con aerografos verdadderas obras de arte, yo la otra vez fui a buscar mi auto 407 y vi unas motos que eran increibles
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