La aventura comenzó en el lado peruano, cuando el Village o ciudad del Dakar se lució en las playas de Lima durante tres días (2, 3 y 4 de enero). Los organizadores afirmaron que para observar a las máquinas y sus pilotos se preveía unos 100.000 visitantes. El resultado final fue más del doble, pues fueron 250.000 amantes del Dakar los que pagaron cuatro dólares para estar cerca de sus ídolos.
Una vez en competencia, que arrancó el 5 de enero, en tierra peruana hubo público en todos los lugares de enlace, ni qué decir en los sectores reservados para los espectadores, que estuvieron repletos. Allí, la gente aplaudió a todos: a los pilotos, a sus mecánicos y familiares. Lima, Pisco, Nazca y Arequipa se destacaron por su cordialidad y emotividad.
Luego vino Argentina, que con su trazado más apto para el rally mundial, trabado y con bastante piedra, fue una diversión para los espectadores. En este lado la mayoría de los seguidores de la prueba llegaba de otras provincias. Incluso hubo personas que se dedicaron a ser guías para turistas recorriendo Salta, Tucumán, Córdoba y La Rioja. El paso a Chile fue otra locura. Allí el apoyo de los bolivianos se hizo sentir, en especial en Arica. El recibimiento triunfal en Santiago de Chile también fue para destacar.
Esfuerzo por la pasión
En Perú, Argentina y Chile se hizo una constante encontrar turistas de otros continentes, que habían realizado un viaje largo para ser parte del Dakar al menos un día. De esta manera, habían aficionados que viajaron más de 2.000 km para vivir la adrenalina que despierta esta competencia.
Varios de ellos se juntaron dinero durante todo el año para darse este gustito. Para ello necesitaron tener un vehículo en óptimas condiciones y buen respaldo económico para pagar el hotel y la comida. Otros, los menos pudientes, dormían en carpas y se preparaban comida.
Seguir el Dakar les significó a los fans dormir poco, entre una o tres horas diarias. Es que no había otra forma de conseguir un buen lugar en el recorrido para que valga la pena el esfuerzo. Los que al menos disfrutaron de la prueba durante tres jornadas, debían ingresar a la ruta en la noche previa y luego quedarse hasta las 17:00 a esperar que pasen los vehículos.
Después quedaba el viaje de entre 400 o 600 km para estar en el otro punto de espectadores de la jornada siguiente. Así de duro es el Dakar, pero que cada vez entusiasma más a Sudamérica
Una carrera que no se realiza solo por desierto
El Rally Dakar 2013 no es el mismo que se disputaba en África, donde la mayor parte del recorrido se lo hacía en desiertos con bastantes dunas de arena. En Sudamérica, de las 14 etapas que se desarrollaron en la versión 2013, cinco se corrieron en tierra dura y con bastante piedra, mientras que el resto fue sobre arena. En donde más tierra firme hay es en Argentina, situación que a varios pilotos incomoda, en especial a los de motos.
“Los recorridos con curvas cerradas y tierra dura con bastante piedra no es para nosotros. Las motos son para el desierto, y es donde más cómodo me siento, pues allí me entrené”, sostuvo el piloto boliviano Juan Carlos Salvatierra.
Endiosados por sus triunfos
STEPHANE PETERHANSEL
PAÍS: FRANCIA
PILOTO: GANADOR EN COCHES
El piloto demostró una vez más que sus triunfos no son casualidad y que cada prueba del Dakar la prepara con inteligencia. En 2013 consiguió su undécima victoria: cinco en coches y seis en motos.
CYRIL DESPRES
PAÍS: FRANCIA
PILOTO: GANADOR EN MOTOS
Tiene cara de poco amigos y habla poco con la prensa. Eso sí, Despres cumple en competencia, donde el sábado 19 de enero logró su quinto título de motos en el Dakar, y no se conforma pues va por más.
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Staff
Periodista:
Juan Carlos Montaño Egüez
Fotógrafo:
Ricardo Montero Saucedo
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