En el arte de conducir hay una gran verdad: los buenos hábitos al volante pueden evitar accidentes. Para la gente de Imcruz, esto es muy cierto, además de que ayuda en otras cosas, como el desgaste prematuro del coche o incluso graves averías. A continuación El Sol presenta algunas prácticas de conducción que pueden llegar a perjudicar al coche.
No verificar la presión de las llantas. Puede causar un desgaste irregular, provocando que se deterioren de manera prematura y ello obligue a gastar un dinero que no estaba previsto. El neumático puede sufrir también un reventón, causando un accidente o, en una situación menos grave, daños en la llanta. Hay que acostumbrarse a comprobar la presión de los neumáticos. Es una tarea que se realiza en cinco minutos y puede ahorrar mucho dinero.
Acelerar el motor en frío. Cuando el motor está frío, gran parte del aceite se encuentra depositado en el cárter. Por eso, cuando se arranca, el motor necesita de algunos segundos para que el aceite llegue al circuito y para que alcance la temperatura ideal, consiguiendo de este modo una mejor lubricación. De esta forma, acelerar en exceso con el motor frío provoca un mayor desgaste interno. Se aconseja aumentar la velocidad siempre de manera progresiva.
Mantener el embrague presionado estando parados. Esta mala costumbre provoca un mayor desgaste del embrague y de todos los componentes asociados a él. Aunque no se mantenga presionado el pedal a fondo, siempre se producen fricciones internas, afectando al disco y a todas las piezas que actúan sobre él.
Abusar de los frenos en descensos. Pisar el pedal del freno durante un largo periodo de tiempo puede acarrear estas consecuencias: acelerar el desgaste de los discos y pastillas, provocar deformaciones en los discos, que se creen vibraciones en el volante al frenar y deteriorar el líquido de frenos, haciendo que el sistema de frenos sea menos resistente a la fatiga. Se recomienda acostumbrarse a utilizar relaciones de cambio cortas cuando se tenga enfrente una pendiente.
Circular con el motor a bajas revoluciones. Este tipo de conducción puede traer problemas graves y costosos. En el caso de los diésel, puede afectar a la válvula EGR, que acumula más carbón, reduciendo su vida útil en un 50%. En los motores de gasolina se daña el catalizador, transformándose en un depósito de carbón.
Parar el motor de golpe. Hay que tener cuidado sobre todo con los motores turbo. Cuando se circula por una autopista, se viaja a mayor velocidad que por carretera, el turbo llega a alcanzar temperaturas superiores a 300ºC los diésel y a 500ºC los gasolina. Por ello, si se apaga el motor sin dejar “reposarlo”, el aceite que mantiene el circuito todavía tiene tendencia a carbonizar, causando la avería del turbo.
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