Dos reportajes de la televisión chilena y brasileña, desnudaron en las últimas horas la cruda realidad del masivo ingreso, a Bolivia, de vehículos robados en esos países que corren el riesgo de ser nacionalizados como si fueran indocumentados, en caso de que el presidente Evo Morales promulgue la amnistía propuesta por políticos de su bancada.
Un equipo de Informe Especial del programa 24 Horas de TVN Chile, recorrió 3.000 kilómetros de las rutas clandestinas por las que son internados los carros chilenos robados a Bolivia.
El periodista Alejandro Meneses, con el que se contactó este diario ayer, relata en su reportaje los peligros que tuvo que enfrentar para atravesar estos pasos clandestinos hasta llegar al Salar de Uyuni, un sitio turístico que también se ha convertido en un tramo muy utilizado por los traficantes de carros robados.
Meneses informa que en Chile, cada hora cuatro vehículos son robados y de ellos un buen porcentaje tienen como destino Bolivia. Al llegar al salar, hay dos opciones relata, desviarse hacia Challapata o viajar hasta Uyuni.
El periodista optó por la primera opción y confesó sentirse impresionado por lo que halló allí. Challapata es un poblado que está situado a 3.700 metros sobre el nivel del mar y a 120 kilómetros de la ciudad de Oruro. “Tiene 7.000 habitantes que en su mayoría se dedican al negocio de la venta de autos. En Challapata no entran los policías, ni los periodistas, por lo menos no abiertamente” dice el periodista.
Meneses buscó a un policía para pedirle que lo acompañen a Challapata, pero le negaron la posibilidad. Él preguntó por qué. “Hay muchas situaciones que no me toca hablar a mí, hay que preguntar a otras esferas”, le responde un policía.
Ya en Challapata y fingiendo que busca un carro a buen precio, el periodista se sorprende porque en la feria hay una variada oferta para transformar los vehículos chilenos en bolivianos. “Ví muchos autos con sellos verdes de las inspecciones técnicas chilenas y otros distintivos de mi país, los vendedores conforme pasan las horas se embriagan y se tornan más violentos”. “Si no tienes plata no preguntes por autos” le dicen amenazadores. El periodista detecta el ingreso de un automóvil Peugeot azul con placas chilenas y decide perseguirlo. En dos vueltas el carro ya no tiene placas y unos bolivianos lo abordan. En la feria hallan a una mujer que oferta placas bolivianas a Bs 700, muy bien hechas. Meneses entrevista al chileno David Chambe que peregrina desde hace un año por la devolución de su camioneta, que “hoy es propiedad del Estado boliviano” con orden de un juez. Se topan con una Dodge Nitro negra. El periodista llama a Chile y le piden que la recupere. Le envían un poder y Meneses lo logra, gracias a la “buena voluntad” de unas autoridades. Conduce por Uyuni, hacia Ollague, y jamás fue controlado hasta llegar a su país, donde los dueños de la Dodge lo esperan ansiosos. La mayoría no tiene esa suerte.
“Carros robados por droga”
La Red O Globo también muestra la ruta por la que los vehículos robados en Brasil son internados a Bolivia y se refieren al carro que fue hallado recién en manos de un oficial de la Policía Boliviana, que fue comprado en Puerto Suárez y llegó hasta Potosí, y luego a La Paz. La historia del robo de carros en otros países y su intercambio con droga en las fronteras no es nuevo. Al periodista chileno, un abogado le comenta que los vendedores de autos bolivianos pagan con droga a los delincuentes chilenos que llevan los carros. Ya en 2008 el boliviano Fernando Bautista Vaca fue detenido por hacer trueques de cocaína boliviana por motos. El Secretario de Seguridad del Brasil Ildor Reni Grabener pidió al jefe de la Policía de Pando Wálter Paco solucionar el problema del trueque de carros robados, pero éste le respondió que no puede hacer nada porque él es interino. Para las autoridades brasileñas, el mayor obstáculo es la burocracia boliviana.
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